El beso.

El viento, pensaba un niño mirando el bosque
petrificado en el Nahuel Huapi, debe ser un beso.
Y en tanto lo hacía… intentaba descubrir
¿de quién era el beso y para quién sería?

En esos mismos instantes,
mientras el sol empezaba a desaparecer más allá de la eclíptica,
alguien entendía que algún secreto había sido descubierto,
pero nadie sospechaba que un niño en la Patagonia, lo habría hecho.

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¿Qué somos…?

El otro día mientras estaba en la sala de espera de una clínica no me quedó más remedio que escuchar a una señora muy “paqueta” hablar con un amiga a través de su muy brilloso y dorado teléfono celular:

“Pero sí querida… se tienen que ir de Argentina todos esos paraguayos que les terminan sacando el trabajo a la gente…, y encima nos ocupan los hospitales y ni siquiera pagan impuestos!!!
Que se vayan a su país, o al interior, que se alejen de alguna manera, además allí hay mucha menos gente y también necesitan mulos.
Ah !! Eso sí querida, que se vayan todos menos mi sirvienta!!!
No sabés cómo limpia, plancha, lava, cocina!!!
En todos estos años nunca me robó, mirá que muchas veces le dejé plata a propósito en la mesita de luz para ver que hacía… y nunca me faltó nada. Y eso que vive en una villa…!!!
Es increíble, creo que debe ser una en un millón… o es media tonta y no le da la cabeza… jajaja, si ni siquiera sabe leer bien.
Pero es honesta y muy limpita, hasta es amorosa con los chicos, aunque la viven jodiendo…
Se viste re feo, pobre… pero, como yo soy muy generosa y desprendida, cuando puedo algo de ropa le doy, no sabés como se las ingenia para arreglarlas o sacarles las manchas.
A parte es muy buena, tan buena es que ni me pide obra social ni jubilación. Jajaja, si no se enferma nunca. Es que es tan caro pagar las cargas sociales… Es plata tirada…
Cuando hay fiestas se queda a servir toda la noche y como a mí me gusta ayudarla en todo lo que puedo le doy un poco de torta que sobra para que se le lleve a sus nenes, pobrecitos se quedan solitos porque no tiene quién se los cuide.
Ves, eso sí me parece re mal… ¿Te parece que los deje todo el día solos?
Una vez se hizo la zorra y faltó un 31 de diciembre!!!
La quería matar !!! Me metió el verso que estaba enferma !!! Todavía no se lo perdono…
Pero bueno, fue la única vez en más de 10 años… que falte un 31 de diciembre, no es para tanto, por suerte para todos los otros festejos nunca faltó.
Ah !! y en semana santa, es incondicional, siempre dispuesta a lo que le pedimos.
Es re calladita, a veces pone mala cara, pero por suerte nunca nos contesta, baja la cabeza y se queda hasta que la dejemos irse. Pero bueno, en su cumpleaños la dejo irse tipo ocho, así llega a su casa un poco antes y puede festejar con su familia.
Bueno te dejo porque me está por llamar el médico, pero sí querida, estoy de acuerdo con vos, estos paraguayos y bolivianos son nuestra perdición… no sé qué harían sin nosotros.”

Fue ahí cuando comprobé ese dicho popular que dice que un dolor muy fuerte tapa uno más débil, porque prácticamente de la bronca e impotencia que sentía, ya ni me acordaba que era lo que me dolía, ni para que había ido al médico… el dolor que me hizo sentir esa desgraciada tratando así a su «empleada» y desvalorizando a otros seres humanos, que por el simple y desgraciado motivo de no haber nacido con las mismas posibilidades que muchos de nosotros, me hizo levantarme e irme del lugar, no soportaba estar ni un segundo más al lado de ese experimento fallido de ser humano…

En realidad les comento que el relato anterior es sólo es un cuento…

Aunque tuve la desagradable oportunidad de conocer algunas personas a las cuales no sólo les hubiera parecido normal dicha conversación, sino que hasta creo hubieran podido ser muy tranquilamente… el mismo personaje de esta historia.

Daniel Calcagni.

Los nadies.

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

 

Eduardo Galeano.
Del libro de los abrazos.