De algo estoy seguro, y a las pruebas me remito.
El cuerpo humano fue diseñado para una duración no mayor a una centena de años y con un instinto de supervivencia que, entre otras imprescindibles funciones, le permite reproducirse y evitar que la especie se extinga.
Para ello fue minuciosamente programado, pues podemos sentir placer en todo aquello que permitiera conservar esta fundamental consigna y miedo o dolor para todo aquello que se oponga a la misma.
Hasta en el más mínimo de los detalles se observa pura perfección, nuestra avanzada estructura, nuestra composición química, nuestro increíble metabolismo, el maravilloso control neuro-psíquico permitiendo los equilibrios físico y sentimentales que nos permiten vivir, e innumerables e increíbles propiedades que los humanos tenemos innatas y que de las cuales, la gran mayoría aún no pueden ser siquiera bien comprendidas.
Les comento un solo detalle que siempre me causó mucha impresión. Al estudiar con instrumental sofisticado el comportamiento nervioso que nos permite retirar por ejemplo la mano en el preciso instante que recibimos una señal de dolor, como por ejemplo el causado por un pinchazo, se comprobó que los tiempos entre el instante en que recibimos la agresión, sensarla y convertirla en impulsos eléctricos para poder ser procesadas, el viaje hasta el cerebro para generar el sentimiento de dolor, la producción de las señales nerviosas necesarias para generar el movimiento de repulsión al pinchazo y finalmente mandarlas a la extremidad involucrada para provocar la reacción que creemos involuntaria, son mayores al tiempo mismo de respuesta que realmente se puede observar…
Como que el cuerpo humano, naturaleza viva la llamó yo, toma el control del tiempo en estos casos y permite que pinchazo y reacción ocurran al mismo tiempo. Llámenlo si quieren «predicción», «detención del tiempo», «magia» o como quieran… A mí, y con mis pocos conocimientos de física universal, me gustaría llamarlo: «un claro ejemplo de física cuántica», pero no es el objeto de este texto, ni el momento de extenderlo.
Me causa gracia pensar que es ahí cuando los científicos, indefensos y desorientados, tienen que buscar al boleo alguna teoría que no los deje, al menos para ellos, inútiles y descolocados.
A que viene tanta y complicada introducción?
Al hecho de querer llegar a una conclusión contundente respecto a nuestro eterno desconocimiento sobre lo que nos va a pasar después de la muerte. Y esa conclusión, a mi muy humilde entender, es que no fuimos «programados» para saberlo por el fundamental motivo que «no lo debemos saber».
Y creo que no es casual ni arbitrario que así sea, imaginemos por ejemplo que supiéramos que la conciencia, que es lo único que realmente nos permite sentirnos vivos, viajará a dimensiones maravillosas…. Ésto iría prácticamente en contra del instinto de supervivencia anteriormente comentado y ningún sentido tendría nuestra instancia en este mundo si pensáramos que ante cualquier inconveniente que tengamos, la mejor opción sería la muerte como escape a una vida mejor.
Si imaginan un mundo así?
Hay muchos estudios y teorías que intentan ubicar dentro del cuerpo humano el lugar exacto donde reside la conciencia y cómo surge en ella la existencia. Si quieren en otra publicación puedo comentarles lo que estuve investigando al respecto. Pero sí les puedo anticipar que la glándula pineal tiene mucho que ver con ella, y la física cuántica como las teorías multidimensionales tratadas en las teorías de cuerdas les dan un aspecto, si bien muy metafísico, también bastante lógico.
Más vale que no es para nada mi intención entrar en cuestiones filosóficas, ni en discusiones metafísicas, sólo quiero que como yo, se maravillen de pertenecer a una de las especies más maravillosas que podamos observar.
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Daniel Calcagni