Cuenta la historia que cuando Marilyn Monroe tuvo la oportunidad de conocer a Albert Einstein, para intentar ser un poco graciosa le hizo la siguiente pregunta:
«Qué dice, profesor, si le dijera que deberíamos casarnos y tener un hijo juntos?
Se imagina un bebe con mi belleza y su inteligencia?»
Einstein esbozó una sonrisa y le contestó:
«Desafortunadamente, correríamos con la posibilidad de que el experimento pudiera salir a la inversa y terminaríamos con un hijo que tenga mi belleza y su inteligencia.»
Esta anécdota se dice que ocurrió en 1949 y si bien resulta simpática, si hubiera sido cierta, Einstein cometía un increíble, grueso error. Pues se dice que Marilyn Monroe tenía un coeficiente intelectual de 165, cinco puntos por encima al que ostentaba el propio Einstein que apenas superaba los 160, pero claro, nadie a priori podría suponerlo.
Por supuesto que 160 es un altísimo C.I., «no pensemos» por lo que acabo de exponer que el famoso genio no lo era tanto… «sí hagámoslo» en el sentido que esa bella señorita era brillante.
Pero, y por qué tendemos a equivocarnos?
«Por un simple y cruel motivo: los estereotipos.»
Einstein era un genio en física, en algo que a la mayor parte de los mortales se nos hace muy complicado de entender. Marilyn, sin embargo, era actriz, rubia, con unas curvas que la hicieron famosa en el mundo entero y con un trabajo, el cual no parecería que fuera tan complicado como el del físico.
No sé la veracidad de dichos datos, pero realmente no me extrañaría que fuera cierta.
Los estereotipos nos martillan:
Físico nuclear = genio
Rubia y modelo = tonta
Y más vale… nada en este mundo es tan simple.
Es más, Mileva Marić, primera mujer de Einstein, fue una gran matemática y hay quien afirma que tuvo «mucho» que ver en el desarrollo de la Teoría de la Relatividad…. Ella conoció a Albert Einstein en el Instituto Politécnico de Zurich, al que accedió después de pasar duros exámenes y todos sabemos que en aquella época no entraba en la cabeza de los que «no pensaban…» que una mujer pudiera saber más que un hombre, mucho menos si esa «mujer» era su «esposa».
Mi experiencia personal me ha llevado a diferenciar muy claramente la capacidad intelectual y la dedicación. Muchos piensan que uno tiene que ser «sumamente inteligente» para hacer ciertas cosas cuando en realidad la clave está en la dedicación y no en el tan codiciado «coeficiente intelectual».
Creo que esta anécdota de Marilyn y Albert, mas allá de su veracidad, sirve al menos para reflexionar.
Les dejo una muy linda frase de Marilyn Monroe:
«La vida es corta…
sonríele a quien llora,
ignora a quien te critica
y se feliz con quien te importa.»
—– agregado 08/02/2019 —–
Vale aclarar que también encontré que fue la bailarina Isadora Duncan (San Francisco, 27 de mayo de 1877-Niza, 14 de septiembre de 1927) quien le dijo al escritor irlandés George Bernard Shaw: “Usted y yo deberíamos tener hijos: tendrían mi belleza y su inteligencia”, y él contestó que “mejor si no los tenemos, por si acaso nacen con mi belleza y su inteligencia”
Pero repito, los personajes podrían ser otros, pero mis conclusiones al respecto serían las mismas.