Volví los pasos hacia atrás para buscar los corazones rotos que había dejado en el camino. Eran de aquellos que me amaron y desdeñé con arrogancia. Encontré fragmentos imposibles de unir, entre tantos corazones despedazados no logré armar ni uno. En esos fragmentos, como diminutos espejos estrellados, veía pedacitos de mi historia; como diminutas piezas de un caleidoscopio, veía lo que nunca pudo ser.
Con amorosa nostalgia los clavé uno a uno en mi entonces abatido corazón como una forma de tardío reconocimiento. Todavía algunas astillas punzan cuando me entrego a los momentos felices. El dolor ofrece secretas reparaciones, tan extrañas… como inútiles.
Sandra Bianchi.
Es profesora en Letras, crítica literaria,
microficcionista, editora y gestora cultural.