¿ Habremos iniciado el camino que nos lleve a saber quienes somos ?
Los microtúbulos o citoesqueletos son estructuras dinámicas ubicadas en el interior de cada célula y últimos estudios comprobaron que en las células neuronales los microtúbulos son productores de un verdadero cómputo cuántico, uniendo la cognición con la experiencia protoconciente o memoria y con la información integrada en la geometría del espacio-tiempo o conciencia espacio-temporal.
¿ Pero qué es exactamente un microtúbulo ?
Los microtúbulos son cadenas moleculares, exactamente polímeros cilíndricos, compuestos por patrones repetitivos de una proteína simple, con forma de maní, llamada tubulina que puede flexionarse entre los estados “abierto” y “cerrado”. Estas proteínas tubulina se auto encadenan en estos hermosos cilindros huecos con paredes ordenadas en tramas hexagonales. Estos cilindros forman el citoesqueleto, que no es mas que el soporte estructural o andamio, como si fuera un hueso, dentro de todas las células animales y están continuamente moviéndose y reordenándose. Mientras más asimétrica sea una célula más necesita el soporte estructural, siendo las neuronas, con sus largos axones y dendritas, las que más necesitan de microtúbulos para su existencia. Si miras dentro de una sola neurona, ves cientos de microtúbulos compuestos de algo así como cien millones de subunidades de proteína tubulina. Podría decirse que las neuronas están realmente hechas de microtúbulos.
Lo más interesante de todo ésto, es que la mayoría de las personas piensan que la conciencia surge de la actividad entre las células del cerebro, o neuronas, pero en realidad son estas pequeñas estructuras dentro de las neuronas las que producen la base física real de la conciencia.
Para entender el cerebro humano, más que mirarlo como un ciento de millones de neuronas tontas interactuando juntas para producir algo inteligente y consciente, hay que reconocer el hecho de que cada neurona es, en si misma, increíblemente complicada y con algún grado de conciencia de sí, algo así como una inteligencia interna o de proceso relacionado a la conciencia.
Se ha podido comprobar por simulaciones, que la actividad microtubular combinada dentro de una sola neurona igualaba potencialmente a mil trillones de operaciones por segundo de un básico poder computacional.
¿ Y ésto como es posible ?
Simplemente porque hablamos de mundos distintos, uno que creemos conocer muy bien y otro mucho más complicado y desconocido : «El Cuántico».
El mundo clásico es el mundo de todos los días, el mundo familiar en el cual las leyes de movimiento de Newton y las del electromagnetismo de Maxwell, describen muy bien casi todo. Si usted lanza una pelota, su trayectoria, velocidad, ubicación, puede predecirse, pero si vamos a escalas mucho más pequeñas, a nivel atómico para ser exacto, entramos a un mundo en el cual aplican leyes físicas completamente difíciles de comprender y donde las predicciones son impracticables, ya que por ejemplo las partículas pueden estar en varios lugares o estados al mismo tiempo, y hasta se ha podido comprobar que hasta que un sistema cuántico no es conscientemente observado o medido permanece en superposición de múltiples posibilidades y múltiples estados coexistentes, y sólo una vez observado o medido la onda probabilidad cuántica colapsa o se reduce instantáneamente a un estado.
El descubrimiento de las vibraciones cuánticas en microtúbulos dentro de las neuronas y la consiguiente teoría llamada “Reducción Objetiva Orquestada” fue presentada por primera vez a mediados de la década de los 90 por el eminente físico matemático Roger Penrose y el prominente anestesiólogo Stuart Hameroff, luego de verificar que ante el suministro de anestesia total a un paciente, lo que se conseguía biológicamente era una parálisis funcional en los microtúbulos neuronales y provocando como consecuencia una pérdida total de la conciencia.
¿ A que viene todo ésto ?
Estudios recientes aseguran que el Centro de Conciencia en nuestro cerebro está localizado en una pequeña glándula llamada Pineal. Esta glándula se encuentra fisicamente justo en el centro de nuestro cerebro, tiene forma de un fruto del árbol de pino por eso se llama Pineal, y está relacionada con nuestra conciencia más profunda, siendo la encargada de secuenciar el proceso microtubular en todo el organismo.
Para los espiritualistas, y diferentes religiones como el budismo, hinduismo, e incluso el catolicismo, es el lugar donde se encuentra nuestra espiritulidad y conciencia, en el yoga o reiki es el sexto chakra y en muchas religiones se la simboliza como el Tercer Ojo, es por eso que por ejemplo Buda tenia un peinado en forma del coco de pino y en muchas imagenes al igual que Krishna tienen un punto rojo entre medio de las cejas.
La glándula pineal desde el punto de vista médico tiene cinco funciones principales, empezando por causar y controlar en nuestro cuerpo la sensación de sueño, está íntimamente relacionada con los órganos sexuales pues segrega ciertas hormonas que regulan el progreso, evolución y desarrollo de dichos órganos, convierte señales del sistema nervioso en señales endocrinales, regula dichas funciones y produce la hormona melatonina, que ayuda a regular el proceso del desarrollo y ayuda a proteger al cuerpo de daño a células causado por radicales libres.
Sin embargo y aun sin comprender muy bien, esta glándula hueca es hipersensible a la luz y tiene receptores para distinguir colores, como si estuviera preparada para lo que llamamos «visión» y dentro se encuentran moléculas capaces de una recepción muy fina a frecuencias vibratorias del universo y de decodificar todas las geometrías y entendimientos de cómo la realidad fue creada. ( frecuencias gamma )
Y aunque parezca imposible, esta glándula pareciera funcionar como un dispositivo natural dentro de nuestro ser, que conecta a modo de link nuestra mente y cuerpo físico con el universo.
Futuros estudios cuánticos sobre la Glándula pineal y los Microtúbulos, como citoesqueletos de nuestras células neuronales, son hoy en día clave para el verdadero conocimiento universal y un acercamiento a quien todos, de alguna u otra manera, llamamos «Dios»